Hablar
de una cultura de masas resulta peligroso, pero, qué es lo que genera dicho concepto, no es el hecho de que la
comunicación tenga una apertura cultural para un gran número de personas, sino
cómo llega a estas; me refiero a la dominación hegemónica sobre lo que se ve,
se escucha y se lee, que es inimaginable. La
racionalidad de todo este conjunto, es en mayoría la esperada; así como un
empresario espera obtener el éxito a través de la compra de su producto, de
buena o mala calidad, a él le generará una ganancia, las televisoras, las
cadenas de radio, la prensa tomaron parte en la sociedad como un arma de
autobeneficio en el que prefieren una masa donde realmente no la hay, pero es totalmente manipulable para estos, es así como denominan a su consumidor.
Eco, -Apocalípticos e integrados- considera que existen equivocaciones en las posturas que dan título al texto, y propone un
enfoque diferente a este conflicto ideológico. Por una parte, los
“integrados” tienen un descuido grave cuando sostienen que la producción
cultural es buena en sí y por lo tanto no debe ser criticada; por la otra, los
“apocalípticos” fallan al considerar la cultura de masas como irrelevante sólo
porque es industrial, sin ver las aportaciones valiosas que muchas veces puede
generar.
Finalmente no es cuestión de calificar si es saludable o nociva la existencia de la cultura de masas: esto nos volvería forzosamente apocalípticos o integrados. Hay que aceptar que existe, y sería definitivamente más edificante enfocar todos estos esfuerzos en torno a la cultura para lograr acciones que den como fruto verdaderos valores culturales.
Finalmente no es cuestión de calificar si es saludable o nociva la existencia de la cultura de masas: esto nos volvería forzosamente apocalípticos o integrados. Hay que aceptar que existe, y sería definitivamente más edificante enfocar todos estos esfuerzos en torno a la cultura para lograr acciones que den como fruto verdaderos valores culturales.
Magalli Archundia y Lilian Arias.
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